martes, 23 de julio de 2013

The American way of life vs. la simpleza de Haiti Cherie



The American way of life es esa mina que tanto me gustó, y de pronto me sigue gustando, la hippie pituca. Hace cosas muy divertidas, pero en el fondo de su ser no olvida sus raíces consumistas y comodonas (de buena vida). Mientras que Haití cherie es hippie sin más. Hace cosas muy divertidas, es aventurera y es todo terreno. Donde la pongas encontrará  una manera de ser feliz y bailar.

The uncle Sam
 
Muchos de ustedes se habrán reencontrado con una (un) ex que no veían hace mucho tiempo. Así es como me sentí al llegar a Miami. Me reencontré con mi ex vida, mis viejas costumbres, mi viejo yo. Nunca pensé en llegar a esa reflexión cuando salí de Puerto Príncipe, pero conforme pasa el tiempo me convenzo más de que estoy viviendo la vida que tenía en Lima, pero un chin (un poco) más pituca.

Ha sido muy rico este reencuentro, pero no me fue fácil (re) adaptarme. En (con) Haití cherie he sufrido un proceso de cambio. Me acostumbré, porque no me quedaba de otra, a vivir simple. Me costó mucho al principio, pero descubrí que para ser plenamente feliz no se necesita un yate, una ducha de agua caliente o mucho dinero. Solo necesitas un poco de buen humor con una pizca de actitud positiva y un chin de ganas de aprender algo nuevo.

Ojo, no estoy renegando de mi antigua vida o de la que estoy teniendo en Naples. Yo amé a mi ex vida, pero he madurado en (con) Haití cherie. Veo el mundo de una manera distinta. Me encantan las comodidades, que me consientan y consentir, pero ahora no necesito ser tan consumista para ser feliz.

En Haití cherie tuve una revelación cuando vi una escena de verdadera felicidad con algo tan pequeño, con algo tan barato. Yo aluciné con esa escena. No comprendí – y de pronto no lo comprendo porque no lo he sentido – cómo una empanada de 50 centavos de dólar podría ocasionar real felicidad. Yo siempre hablo del orgasmo gástrico, un término que se acuñó en Lima. Ocasionar esa alegría con un pulpo al olivo me costó 18 dólares americanos. Comparar esos precios me dejó en shock y concluí que esto solo es posible en Haití cherie.

Parecen contradictorios estos dos mundos. He estado peleando con esta paradoja en Haití porque soy un hippie pituco que le gusta la buena vida. Al principio, para soportar tanta limpieza adopté la vida fiesta-siesta. Todos los fines de semana me iba de farra. De esa manera mi vida austera era llevadera. Sin embargo, ahora aprendí a querer esa vida llena de simpleza.  

A modo de conclusión diré… A quién  no le ha pasado esto de querer lo mejor de dos mundos en su vida. No puedo negar mi esencia comodona, pero aprendí que se puede ser feliz sin esas comodidades. Por ello, tendré que decirle a Haití cherie que si no acepta mi American way of life, pues tendremos que terminar y regresaré a Lima en búsqueda de ese justo medio entre esos dos mundos y si no lo encuentro en Lima, me seguiré moviendo por el mundo. 

 

El soundtrack de este post es la canción de Marc Anthony "Vivir mi vida"