martes, 30 de octubre de 2012

Mwen se volontè (Yo soy voluntario)


Yo me hice voluntario básicamente para seguir creciendo como persona y salir de la burbuja en la que vivía. En Lima, ciudad de dónde vengo, no tenía que hacer ninguna labor del hogar, en todo caso pagaba para que alguien más lo hiciera por mí. Nunca cociné, lavé mi ropa, ordené mi cuarto…. Nada de nada, ahora, que llevo casi dos meses en Haití y pese al poco tiempo que llevo en esta isla, puedo decir que he aprendido varias cosas y seguramente aprenderé muchas más. En menos de un mes había lavado mucho más ropa de la que había lavado en mi vida. Es a partir de allí que comencé a celebrar esos pequeños logros (una estrategia muy sana para mantenerte optimista) que antes veía como insignificantes, pero que ahora comprendo lo difícil que es vivir de manera independiente, aunque el tema de la convivencia con personas de diferentes nacionalidades es otro tema.

La convivencia es complicada, te lo explican en la formación, pero uno no llega a entender cuán complicada es hasta que la vives en carne y hueso. En mi caso, yo estaba acostumbrado a viajar con mi grupo de amigos, todos con caracteres e intereses similares. Ahora me toca aprender a negociar con personas de diferentes nacionalidades, eso es todo un reto y parte de la experiencia. En este tiempo he comprendido que alguna actitud o forma de expresión que sería normal en Lima, podría resultar ofensivo para las otras personas. Eso también pasa en el sentido contrario, lo único que queda es aprender a negociar y dialogar mucho para evitar fricciones en el hogar porque finalmente es el espacio donde uno pasa la mayor parte del tiempo de lunes a viernes.

Acá, en Puerto Príncipe, no se puede salir cuando oscurece, la ciudad es muy violenta. Yo lo veo como una gran favela, se escuchan disparos y en las noticias se lee sobre asaltos a personas como nosotros -blanks (sí, acá los latinos somos blancos). Sin embargo, si ustedes ven mi Facebook no tendrían esa imagen de Haití, me verían en las playas, piscinas, restaurante o en diferentes fiestas. He vendido la imagen de Haití como cualquier destino turístico caribeño. El por qué es sencillo, no quiero preocupar a mi familia. También me he propuesto desmitificar la imagen que se tiene de Haití. Un país pobre, sin esperanza, lleno de campamentos sin agua potabe. La verdad es que sí hay mucha pobreza (alrededor del 70%), pero pese a ello la gente es feliz y aunque ustedes no lo crean hay muchas personas haitianas que se mueven en Hummer, Porshe y BMW. Sin embargo, como en Latinoamerica, la riqueza no chorrea pareja, solo unos pocos tienen acceso a esos lujos. Los otros, la gran mayoría de la población, viven en un olor nauseabundo, como si el desagüe estuviera siempre destapado, en carpas que les dieron luego del terremoto de enero de 2010.




Vista de un campamento
Niño (timoun) de Aquin

Además, asumí que haga lo que haga los haitianos siempre me mirarán como blank, entonces he decidido hacer cosas de blanks que trabajan en cooperación internacional. De paso, así me desestreso y no caigo en frustración. Mis fines de semana son muy activos gracias a la ayuda de muchas personas muy queridas, no porque tenga dinero, mi sueldo es de 100 cocos (dólares) mensuales. Si no fuera por ellos, no podría moverme en Haití de noche (un taxi puede costarme alrededor de 25 dólares). Estos blanks con movilidad nos han ayudado muchísimo, sin ellos no podría haber ido a la playa o de paseo a las caídas de agua de Sodo.

En la Playa índigo, una playa paradisiaca

Blank turisteando en el campamento

En Haití la vida es muy dura, se vive el día a día y no sabes cuándo te puede pasar algo: enfermarte del estómago, que 3 haitianos te hagan bullying en el bus por ser un blank, sufrir un accidente en tap tap o que te atropelle una moto que no respeta a los peatones. Pese a todo ello, también encuentras personas que te abren las puertas, te piden con una sonrisa de oreja a oreja que le saques una foto. Te miran con mucho cariño cuando les hablas en Kreyol, por más que no sepas hablarlo, el solo hecho de intentarlo es muy valorado por los haitianos.

Gracias a que intenté hablar Kreyol me regalaron 2 banderas de Ayiti :)

Finalmente, sobre la organización en la que estoy trabajando, Grupo de Apoyo a Repatriados y Refugiados (GARR),  debo decir que es una excelente organización. Claro, ellos se toman todo a su ritmo, pero es parte de la aventura de ser voluntario en Haití: aprender a adaptarte a la cultura local, saber esperar y ser paciente. En este poco tiempo, me he dedicado a hacer un diagnóstico sobre la ONG y determinar en qué trabajaré el resto del año. En estos momentos tengo más o menos claro cuál puede ser mi aporte en la institución, aunque debo replantearme la viabilidad de lo que me estoy planteando porque el ritmo en el que estaba acostumbrado a trabajar es distinto.

PD. Anímense a tener la mejor experiencia de sus vidas, conviértanse en voluntarios, en hijos de América y trabajemos juntos por una América más solidaria, más unida.    

martes, 23 de octubre de 2012

Imagine


Este blog nace para compartir con ustedes mis vivencias en un nuevo proceso de mi vida. Mi voluntariado en Haití, donde trabajaré como comunicador en el Grupo de Apoyo a Repatriados y Refugiados (GARR). Estoy seguro de que esta experiencia marcará un antes y un después en mi vida porque las lecciones que aprenderé serán legen…. Wait for it… daries.
 
Esta nueva etapa comenzó con el proceso de selección por parte de América Solidaria (AS), 5 exhaustivas entrevistas entre finales de mayo hasta el 20 de julio. Yo atravesaba por un período muy duro, todas las certezas que tenía en mi vida desaparecieron y tocaba comenzar de nuevo. Renacer de las cenizas cual ave fénix e ir a por todas hacia un nuevo camino.

A inicios de este año, 2012, no me imaginaba que viajaría a Haití o a Santiago de Chile. Ninguno de los dos lugares eran mis destinos turísticos a priori. En mi mente solo aparecía Uruguay para conocer de cerca las políticas de Pepe Mujica. Entonces, cuando me enteré que iba a Santiago para recibir una capacitación para mi voluntariado en Haití, me llené de interrogantes sobre Chile, ¿qué era lo que me esperaba? Cuando tomé el avión hacia allá decidí que las cosas debían fluir y seguir su cauce natural, es decir, vivir el presente sin que me angustie el pasado o el futuro.

Llegué a Santiago el 11 de agosto y Yiyo, un ex colaborador de América Solidaria y desde ese día hasta el 25 de agosto mi anfitrión, fue a recogernos al aeropuerto. Conmigo viajaba Vanessa – una voluntaria peruana. Dejamos primero a Vane y luego llegamos a La Granja, un barrio que está a una hora en metro de AS. Yiyo comparte la casa con dos compañeros más, Jorge y Gonzalo. Por lo tanto, mi estadía en Santiago fue una preparación para vivir en comunidad y un aprendizaje del valor que tiene vivir austeramente.
Yiyo fue la raja (un chilenismo que significa muy chévere) como anfitrión. El domingo 12 organizó junto con su polola (novia), América, un asado (parrilla) e invitó a varios voluntarios retornados y algunos de mis compañeros de formación. Fue una reunión muy bonita. Todo el mundo colaboró con los quehaceres, ya sea limpiando la mesa, lavando los platos, poniendo canciones de sus países. Una de las canciones más importantes para mí fue Image de Jhon Lennon tocada por Playing for change (http://www.youtube.com/watch?v=bvFLKyAGzzI) porque esa canción, creo yo, es un presagio de lo que será mi vida futura, no solo la de la vida en Haití, también la post Haití.
                                      (Foto en la casa de Yiyo durante el asado)

Sobre Chile puedo decir que es un país maravilloso, basta con ver las fotos del atardecer en Santiago o Valpo (Valparaíso). He quedado con ganas de volver a Santiago y tomarme un café en el Barrio de Lastarria, ir al Museo de la Memoria, subir la cuesta de Santa Ana y visitar la casa de Neruda. Además, por puro placer regresaría a la cuarta ciudad de la que me enamoré, Valpo. El ambiente que tiene esa ciudad es alucinante, super bohemio, cálido y ameno para toda clase de público. El viaje a esta ciudad de ensueño se lo debo agradecer a Gerardo, mi próximo roomie y compañero de formación. Él vive en Villa Alemana, pero junto con su polola y hermana nos mostraron la ciudad de día y la rumba de Valpo por la noche wuju!!! 

                                               (Foto del atardecer en Valparaíso)
      
La formación que recibí en Chile fue intensa. Hubo muchas actividades y no hubo un minuto de descanso durante las actividades organizadas por AS. Sin embargo, el grupo de voluntarios fue tan unido que compartimos varios momentos juntos post charlas de formación. Fuimos a juerguear varias veces. Una definición corta del grupo puede ser esta: son un@s loc@s querid@s!!!. La pasamos super bien en todo momento. Incluso el clima jugó a nuestro favor porque nevó en los Farellones, un lugar a las afueras de Santiago donde la gente va a esquiar. Nosotros fuimos para un retiro, para reflexionar sobre la vida que dejamos y la vida que nos espera en nuestras zonas de destinación.

Una mención aparte merece la dinámica de vivir con luca por dos días, es decir con dos dólares diarios. Yo pensaba que la iba a pasar mal, que iba a padecer de hambre, todo lo contrario. Todos los voluntarios nos unimos e hicimos una colecta (una chanchita en peruano). En los dos días alcanzó para comer 1 plato y un postre, encima se pudo subvencionar a los voluntarios que venían de más lejos. Este ejercicio me hizo reflexionar sobre las condiciones en las que tienen que vivir miles de personas en el mundo que no tuvieron las mismas oportunidades que yo, pensé en la importancia de la solidaridad y que la lógica individualista, de la competencia, no siempre le sirve a todos para (sobre)vivir.

Dejé Santiago el 25 de Agosto, el día anterior me fui de fiesta con varios voluntarios. Pensé que me pondría triste, como suelo ponerme en todas las despedidas, pero no pasó eso. Ahora sentí lo que nunca antes, que llevo en mi corazón todas las vivencias y buenas vibras de cada uno de mis compañeros y amigos que conocí en Chile. Eso hace que la despedida no haya sido dura, todo lo contrario, estaba (estoy) contento porque albergo la esperanza de volver a verlos en algún momento de mi vida y recordar lo que pasamos como voluntarios.

Antes de viajar a Santiago tuve varias despedidas con mis amigos más cercanos de Lima. Sin embargo, me faltaba despedirme de varias personas. Es por ello, que me vi con mis amigos de universidad, me aconsejaron mucho, me llené de buenas vibras y tampoco me puse triste porque sé que un año se pasa volando y porque los llevo en mi corazón a donde vaya. Lo mismo me pasó con la despedida con mi familia. Tuve varios encuentros con mi familia, el primero ni bien llegué de Santiago: fui a comer parrillada y de allí al pub alemán a beber unas cervezas con mis primos y hermano. A los días que llegué mis tías me vinieron a visitar y me prepararon mis platillos preferidos.

El día que debía estar en el aeropuerto para salir a Miami era el 29 de agosto, antes de eso estuve despidiéndome y saludando por su cumpleaños a mi tía Rosa, una segunda madre para mí. Fui a la casa de mi tía y de ahí rumbo al aeropuerto. La chica del counter de LAN me dio malas noticias, no habían cupos, que lo más probable es que viajaría el 4 ó 5 de septiembre. Yo me caí para atrás, le explique que era voluntario, que me esperaban en el trabajo en Haití, que no me iba de shopping a Miami. Ana, para ponerle un nombre al personaje, se apiadó de mí y me dio algunos tips y me dijo que probara al día siguiente. Eso hice, pero no hubo caso, los vuelos estaban repletos porque era feriado en Perú y ese lunes era feriado en Miami. No volví a ver a Ana, que por cierto estaba muy guapa, hasta el 4 de septiembre, cuando finalmente me subí al avión. Esta vez ella me dijo: “Carlos, hoy te vas de todas maneras”, y así fue.   

Antes de mi partida, en esa espera prolongada hasta el 4 de septiembre, a lo único que me dediqué fue a ver el Facebook y hablar con mis futuras roomies. Ellas me hicieron sentir esperado y acogido, sosegaron mis angustias varias veces. También inicié las primeras líneas de este post y vi varias películas. Además, como soy supersticioso, me fui a despedir de mi tío Marcelo (Manchi) y de mi tía Lucila. Dos tíos que murieron hace poco y a los cuáles quería muchísimo. Mi tío Manchi era como un segundo abuelo y mi tía Lucila era casi una madre para mí. Ella me podía pedir cualquier cosa y lo haría. Es más, aún tengo una deuda pendiente con ella. Esos seis días de espera fueron muy angustiantes, no sabía si abordaría, si perdería las reservas de los vuelos para Lima-Miami o de Miami-Puerto Príncipe. Llego a tal punto la duda que creí que si no me despedía de mi tío Manchi y Lucila a los cementerios no saldría de Lima. Bueno, me despedí y el 4 no tuve problemas de abordar el avión. Sé que no tiene nada que ver, pero es parte de la superstición o de la historia.

Mi llegada a Miami no estuvo exenta de problemas. Para empezar tenía que pasar la noche en Miami Beach, había hecho mi reserva en un hostel y el WEB aparecía que vendría un shuttle a recogerme, espere 2 horas y nada. Me subí a un taxi y llegué justo cuando un grupo se iba a la discoteca (damm it). Adiós Wild on Miami!!! Me contacte con mi familia y con la gente de AS en Haití para decir que había llegado bien y que usaría un taxi para ir al aeropuerto porque el shuttle debía haberlo pedido con 1 día de anticipación. Luego de eso me duché y salí a ver la movida en Miami Beach, espectacular, pero cuando me iba a una discoteca empezó a llover intensamente y preferí devolverme al hostel. Dormí como a la medianoche y me levanté tempranísimo, me fui a la playa, tomé algunas fotos, desayuné y esperé mi taxi para ir al aeropuerto. Todo bien hasta que llegué al counter de American Airlines (AA). Allí me dijeron que debía pagar una penalidad porque no abordé el vuelo el 31 de agosto.

Nuevamente entré en desesperación, fui al Burger King, a Pizza Hut y al Starbuck para que me cambiaran mis dólares en quarters para poder llamar a Haití, tenía que comunicarme con Rodrigo o Isidora, los zonales de AS para solucionar este asunto. Ellos me dijeron que no pagara ninguna penalidad y que se solucionaría el problema. Intenté una 2da vez y la persona que me atendió fue super amable, me dijo que antes había atendido a un peruano que se fue a Jamaica. Parece que le caí bien porque me ayudó y me dijo que comprara una tarjeta telefónica porque me rendía más, pero que la penalidad existía y que ese problema lo tenía que solucionar mi ONG. Eso hice y me contacté con Haití. Rodrigo me dijo que ya no había penalidad y que fuera nuevamente al counter. Eso hice, la señora que me atendió estaba al lado y dio la indicación que me ayudaran. Finalmente, ya no aparecía penalidad y me dejaron abordar, me quedaba una hora para correr y subirme al avión.

Hice mi cola para entrar y la policía me detiene porque no había sacado mi laptop de la mochila. Una policía gigantesca tomo mi mochila y me dijo en inglés que no tocara la mochila porque si no me llevaría a la cárcel. Me palteé (asusté), se llevó mi mochila con la laptop. Pasó nuevamente mi mochila por el scanner y esta vez no hubo problema y me fui al gate que indicaba para abordar el avión. Llegué con treinta minutos de anticipación, pero a los pocos segundos que me saco la foto triunfante por haber llegado a mi meta, la gente de AA nos informa que el vuelo sufrió un retraso por un terremoto que hubo en Costa Rica. No sabía si pasaría la noche en Miami, si tendría que salir del aeropuerto. Cuando ya estaba desesperanzado nos informan que debíamos ir a otro gate, tomé el metro que hay en el aeropuerto y llegué a la puerta junto con otros haitianos que esperaban el vuelo. A estas alturas ya estaba de muy mal humor, no había comido, había pasado por miles de cosas y encima tenía que esperar 2 horas más para llegar a Haití, todo parecía indicar que no me querían en esa isla.

Cuando ya estaba frustrando apareció en mi camino una aeromoza peruana, la reconocí al toque porque llevaba un pin del Señor de los Milagros. Le pregunté si era peruana, me dijo que sí. Y comenzó a traerme cosas: cervezas, galletas, botellitas de whisky, ron y vodka para que no extrañara el pisco. En verdad esta señora salvó mi día, me sentí muy feliz y de nuevo con muchas ganas de llegar a Haití.
                                             (mi ángel de la guarda)

En un próximo post contaré mi experiencia al llegar a tierras haitianas.

Espero que hayan disfrutado de esta entrada.