Este blog nace para compartir con ustedes mis vivencias en un nuevo proceso
de mi vida. Mi voluntariado en Haití, donde trabajaré como comunicador en el
Grupo de Apoyo a Repatriados y Refugiados (GARR). Estoy seguro de que esta
experiencia marcará un antes y un después en mi vida porque las lecciones que
aprenderé serán legen…. Wait for it… daries.
Esta nueva etapa comenzó con el proceso de selección por parte de América
Solidaria (AS), 5 exhaustivas entrevistas entre finales de mayo hasta el 20 de
julio. Yo atravesaba por un período muy duro, todas las certezas que tenía en
mi vida desaparecieron y tocaba comenzar de nuevo. Renacer de las cenizas cual
ave fénix e ir a por todas hacia un nuevo camino.
A inicios de este año, 2012, no me imaginaba que viajaría a Haití o a
Santiago de Chile. Ninguno de los dos lugares eran mis destinos turísticos a
priori. En mi mente solo aparecía Uruguay para conocer de cerca las políticas
de Pepe Mujica. Entonces, cuando me enteré que iba a Santiago para recibir una
capacitación para mi voluntariado en Haití, me llené de interrogantes sobre
Chile, ¿qué era lo que me esperaba? Cuando tomé el avión hacia allá decidí que
las cosas debían fluir y seguir su cauce natural, es decir, vivir el presente
sin que me angustie el pasado o el futuro.
Llegué a Santiago el 11 de agosto y Yiyo, un ex colaborador de América
Solidaria y desde ese día hasta el 25 de agosto mi anfitrión, fue a recogernos
al aeropuerto. Conmigo viajaba Vanessa – una voluntaria peruana. Dejamos
primero a Vane y luego llegamos a La Granja, un barrio que está a una hora en
metro de AS. Yiyo comparte la casa con dos compañeros más, Jorge y Gonzalo. Por
lo tanto, mi estadía en Santiago fue una preparación para vivir en comunidad y un
aprendizaje del valor que tiene vivir austeramente.
Yiyo fue la raja (un chilenismo que significa muy chévere) como anfitrión.
El domingo 12 organizó junto con su polola (novia), América, un asado
(parrilla) e invitó a varios voluntarios retornados y algunos de mis compañeros
de formación. Fue una reunión muy bonita. Todo el mundo colaboró con los
quehaceres, ya sea limpiando la mesa, lavando los platos, poniendo canciones de
sus países. Una de las canciones más importantes para mí fue
Image de Jhon Lennon tocada por Playing
for change (
http://www.youtube.com/watch?v=bvFLKyAGzzI)
porque esa canción, creo yo, es un presagio de lo que será mi vida futura, no
solo la de la vida en Haití, también la post Haití.
(Foto en la casa de Yiyo durante el asado)
Sobre Chile puedo decir que es un país maravilloso, basta con ver las fotos
del atardecer en Santiago o Valpo (Valparaíso). He quedado con ganas de volver
a Santiago y tomarme un café en el Barrio de Lastarria, ir al Museo de la
Memoria, subir la cuesta de Santa Ana y visitar la casa de Neruda. Además, por
puro placer regresaría a la cuarta ciudad de la que me enamoré, Valpo. El
ambiente que tiene esa ciudad es alucinante, super bohemio, cálido y ameno para
toda clase de público. El viaje a esta ciudad de ensueño se lo debo agradecer a
Gerardo, mi próximo roomie y compañero de formación. Él vive en Villa Alemana,
pero junto con su polola y hermana nos mostraron la ciudad de día y la rumba de
Valpo por la noche wuju!!!
(Foto del atardecer en Valparaíso)
La formación que recibí en Chile fue intensa. Hubo muchas actividades y no
hubo un minuto de descanso durante las actividades organizadas por AS. Sin
embargo, el grupo de voluntarios fue tan unido que compartimos varios momentos
juntos post charlas de formación. Fuimos a juerguear varias veces. Una
definición corta del grupo puede ser esta: son un@s loc@s querid@s!!!. La
pasamos super bien en todo momento. Incluso el clima jugó a nuestro favor
porque nevó en los Farellones, un lugar a las afueras de Santiago donde la
gente va a esquiar. Nosotros fuimos para un retiro, para reflexionar sobre la
vida que dejamos y la vida que nos espera en nuestras zonas de destinación.
Una mención aparte merece la dinámica de vivir con luca por dos días, es
decir con dos dólares diarios. Yo pensaba que la iba a pasar mal, que iba a
padecer de hambre, todo lo contrario. Todos los voluntarios nos unimos e
hicimos una colecta (una chanchita en peruano). En los dos días alcanzó para
comer 1 plato y un postre, encima se pudo subvencionar a los voluntarios que
venían de más lejos. Este ejercicio me hizo reflexionar sobre las condiciones
en las que tienen que vivir miles de personas en el mundo que no tuvieron las
mismas oportunidades que yo, pensé en la importancia de la solidaridad y que la
lógica individualista, de la competencia, no siempre le sirve a todos para
(sobre)vivir.
Dejé Santiago el 25 de Agosto, el día anterior me fui de fiesta con varios
voluntarios. Pensé que me pondría triste, como suelo ponerme en todas las
despedidas, pero no pasó eso. Ahora sentí lo que nunca antes, que llevo en mi
corazón todas las vivencias y buenas vibras de cada uno de mis compañeros y
amigos que conocí en Chile. Eso hace que la despedida no haya sido dura, todo
lo contrario, estaba (estoy) contento porque albergo la esperanza de volver a
verlos en algún momento de mi vida y recordar lo que pasamos como voluntarios.
Antes de viajar a Santiago tuve varias despedidas con mis amigos más
cercanos de Lima. Sin embargo, me faltaba despedirme de varias personas. Es por
ello, que me vi con mis amigos de universidad, me aconsejaron mucho, me llené
de buenas vibras y tampoco me puse triste porque sé que un año se pasa volando
y porque los llevo en mi corazón a donde vaya. Lo mismo me pasó con la
despedida con mi familia. Tuve varios encuentros con mi familia, el primero ni
bien llegué de Santiago: fui a comer parrillada y de allí al pub alemán a beber
unas cervezas con mis primos y hermano. A los días que llegué mis tías me
vinieron a visitar y me prepararon mis platillos preferidos.
El día que debía estar en el aeropuerto para salir a Miami era el 29 de
agosto, antes de eso estuve despidiéndome y saludando por su cumpleaños a mi
tía Rosa, una segunda madre para mí. Fui a la casa de mi tía y de ahí rumbo al
aeropuerto. La chica del counter de LAN me dio malas noticias, no habían cupos,
que lo más probable es que viajaría el 4 ó 5 de septiembre. Yo me caí para
atrás, le explique que era voluntario, que me esperaban en el trabajo en Haití,
que no me iba de shopping a Miami. Ana, para ponerle un nombre al personaje, se
apiadó de mí y me dio algunos tips y me dijo que probara al día siguiente. Eso
hice, pero no hubo caso, los vuelos estaban repletos porque era feriado en Perú
y ese lunes era feriado en Miami. No volví a ver a Ana, que por cierto estaba
muy guapa, hasta el 4 de septiembre, cuando finalmente me subí al avión. Esta
vez ella me dijo: “Carlos, hoy te vas de todas maneras”, y así fue.
Antes de mi partida, en esa espera prolongada hasta el 4 de septiembre, a lo
único que me dediqué fue a ver el Facebook y hablar con mis futuras roomies. Ellas
me hicieron sentir esperado y acogido, sosegaron mis angustias varias veces.
También inicié las primeras líneas de este post y vi varias películas. Además,
como soy supersticioso, me fui a despedir de mi tío Marcelo (Manchi) y de mi
tía Lucila. Dos tíos que murieron hace poco y a los cuáles quería muchísimo. Mi
tío Manchi era como un segundo abuelo y mi tía Lucila era casi una madre para
mí. Ella me podía pedir cualquier cosa y lo haría. Es más, aún tengo una deuda
pendiente con ella. Esos seis días de espera fueron muy angustiantes, no sabía
si abordaría, si perdería las reservas de los vuelos para Lima-Miami o de Miami-Puerto
Príncipe. Llego a tal punto la duda que creí que si no me despedía de mi tío
Manchi y Lucila a los cementerios no saldría de Lima. Bueno, me despedí y el 4
no tuve problemas de abordar el avión. Sé que no tiene nada que ver, pero es
parte de la superstición o de la historia.
Mi llegada a Miami no estuvo exenta de problemas. Para empezar tenía que
pasar la noche en Miami Beach, había hecho mi reserva en un hostel y el WEB
aparecía que vendría un shuttle a recogerme, espere 2 horas y nada. Me subí a
un taxi y llegué justo cuando un grupo se iba a la discoteca (damm it). Adiós
Wild on Miami!!! Me contacte con mi familia y con la gente de AS en Haití para
decir que había llegado bien y que usaría un taxi para ir al aeropuerto porque
el shuttle debía haberlo pedido con 1 día de anticipación. Luego de eso me
duché y salí a ver la movida en Miami Beach, espectacular, pero cuando me iba a
una discoteca empezó a llover intensamente y preferí devolverme al hostel.
Dormí como a la medianoche y me levanté tempranísimo, me fui a la playa, tomé
algunas fotos, desayuné y esperé mi taxi para ir al aeropuerto. Todo bien hasta
que llegué al counter de American Airlines (AA). Allí me dijeron que debía
pagar una penalidad porque no abordé el vuelo el 31 de agosto.
Nuevamente entré en desesperación, fui al Burger King, a Pizza Hut y al Starbuck
para que me cambiaran mis dólares en quarters para poder llamar a Haití, tenía
que comunicarme con Rodrigo o Isidora, los zonales de AS para solucionar este
asunto. Ellos me dijeron que no pagara ninguna penalidad y que se solucionaría
el problema. Intenté una 2da vez y la persona que me atendió fue super amable,
me dijo que antes había atendido a un peruano que se fue a Jamaica. Parece que
le caí bien porque me ayudó y me dijo que comprara una tarjeta telefónica
porque me rendía más, pero que la penalidad existía y que ese problema lo tenía
que solucionar mi ONG. Eso hice y me contacté con Haití. Rodrigo me dijo que ya
no había penalidad y que fuera nuevamente al counter. Eso hice, la señora que
me atendió estaba al lado y dio la indicación que me ayudaran. Finalmente, ya
no aparecía penalidad y me dejaron abordar, me quedaba una hora para correr y
subirme al avión.
Hice mi cola para entrar y la policía me detiene porque no había sacado mi
laptop de la mochila. Una policía gigantesca tomo mi mochila y me dijo en
inglés que no tocara la mochila porque si no me llevaría a la cárcel. Me palteé
(asusté), se llevó mi mochila con la laptop. Pasó nuevamente mi mochila por el
scanner y esta vez no hubo problema y me fui al gate que indicaba para abordar el
avión. Llegué con treinta minutos de anticipación, pero a los pocos segundos
que me saco la foto triunfante por haber llegado a mi meta, la gente de AA nos
informa que el vuelo sufrió un retraso por un terremoto que hubo en Costa Rica.
No sabía si pasaría la noche en Miami, si tendría que salir del aeropuerto.
Cuando ya estaba desesperanzado nos informan que debíamos ir a otro gate, tomé
el metro que hay en el aeropuerto y llegué a la puerta junto con otros
haitianos que esperaban el vuelo. A estas alturas ya estaba de muy mal humor,
no había comido, había pasado por miles de cosas y encima tenía que esperar 2
horas más para llegar a Haití, todo parecía indicar que no me querían en esa
isla.
Cuando ya estaba frustrando apareció en mi camino una aeromoza
peruana, la reconocí al toque porque llevaba un pin del Señor de los Milagros.
Le pregunté si era peruana, me dijo que sí. Y comenzó a traerme cosas:
cervezas, galletas, botellitas de whisky, ron y vodka para que no extrañara el
pisco. En verdad esta señora salvó mi día, me sentí muy feliz y de nuevo con
muchas ganas de llegar a Haití.
(mi ángel de la guarda)
En un próximo post contaré mi experiencia al llegar a tierras haitianas.
Espero que hayan disfrutado de esta entrada.