jueves, 29 de noviembre de 2012

Haití cherie


Estoy a punto de cumplir tres meses en esta isla maravillosa, llamada Kiskeya (nombre nativo para la isla La Española). Día a día he aprendido a querer y odiar a Haití, tal y como me pasa con Lima, mi ciudad natal, a la cual extraño a mi manera. Con ello, he aceptado mi condición de residente en Puerto Príncipe. No hay manera de que me escape al tráfico infernal, a los olores intensos, de que me molestan por ser blank o porque no hablo kreyol, de estar encerrado en casa de lunes a viernes cuando anochece. Haga lo que haga estoy viviendo en mi Haití cherie (Haití querido).

Imagen de una plícula titulada Haití Chérie

Uno siempre tiene aventuras en Haití, ya sea de las positivas o de las negativas. Lo importante es vivirlas y llegar a un nuevo aprendizaje. Hay que dejarse llevar por las olas y si sientes que te ahogas, seguro aparecerá alguien que te apoye. Así pasa en Haití, y sino recuerden lo que me ocurrió en Aken hace unas semanas (http://cjaureguip.blogspot.com/2012/11/el-finde-mas-bizarro-que-he-tenido-en.html)

El solo hecho de salir a la calle es una aventura porque el tráfico es horrible, se te meten las motos, tap taps, camionetas y no sabes en qué momento vas a chocar o ser atropellado. Sin embargo, cuando viajas en el transporte público encuentras gente que te sonríe, que se arrima para que otro pueda sentarse. Claro, no todo es color de rosa, también hay otros que te molestan porque eres blank y cuestionan el por qué estás acá, por qué no hablas el idioma del país o por qué no conoces su cultura. Confieso que en mi infinita ignorancia cuando me preguntaron por Dessalines, un precursor de la independencia haitiana, yo pensé que hablaban de un jugador francés de fútbol. Hombre, si los haitianos son tan fanáticos al fútbol, cualquiera se equivoca… o ¿no?

Jean Jacques Dessalines

Marcel Desailly

Las estudiantes del colegio República de Chile me hicieron buylling porque les dije que Mwen pale Kreyol pity pity (Yo hablo poquito creole). Me decían y por qué no vienes a las clases, nosotras te enseñamos. Yo fui a ese colegio acompañando a Fredy, un compañero chileno que trabaja en la reconstrucción de ese colegio. Mi misión era grabar y entrevistar a algunas niñas para hacer un video en el que se mostrase el día a día de la escuela. Al final, se creó tanta confianza entre las niñas y yo que comenzamos a molestarnos mutuamente. Ellas cantaban una canción de Wanito, blokis (http://www.youtube.com/watch?v=pu3kG8BdQsA) y yo me ponía a bailar. Yo cantaba una salsa y ellas bailaban.

Mis últimas aventuras fueron irme solo hacia Aken y La Plaine en estos dos últimos fines de semana. En esos lugares hay casas de voluntarios de América Solidaria. Obviamente, me iba a fiestas. Hasta ahora llevo un record, todos los fines de semana he ido de fiesta y bailado anpil anpil. No me importó irme solo hacia otro pueblo, tomar 5 tap taps por lugares donde nunca había pasado. No quería quedarme enjaulado en casa. El viernes pasado ante de ir a La Plaine, Gerardo (mi nuevo compañero de casa) me dijo que parecía un león enjaulado. Le dije, mira a tu alrededor. Estábamos encerrados, dentro de la casa un viernes por la noche.

El candado de la casa... Lion security
@Foto: Gerardo Gazmuri
En este periodo de tiempo he tenido muchos encuentros y desencuentros conmigo mismo, he podido conocer gente de primera que me ha dado la mano en momentos que lo necesitaba, he descubierto lo valioso que son las redes sociales en un lugar donde no conocía a nadie y no ser tan egoísta porque a la larga uno es un ser social y necesita interactuar con otros. Haití me ha dado esas enseñanzas de vida en este corto tiempo. Esa es una razón por la cual he comenzado a querer tanto a Haití (m te kòmanse renmen Ayiti anpil anpil)

martes, 20 de noviembre de 2012

El mega reality de América Solidaria Haití


Si han seguido mi blog sabrán que postulé a inicios de este año a América Solidaria, una fundación chilena que te envía a trabajar a un país distinto al tuyo. Fui seleccionado para trabajar en Haití y tuve un período de formación como voluntario en Chile. Allí hablaban de que aprendería un idioma nuevo, que tendría problemas con la convivencia. La verdad nunca le presté atención a ese tema hasta que sentí en carne y hueso lo complicado que era eso. Hay muchas cosas en las que uno tiene que pensar antes de decir algo porque puede herir sensibilidades sin querer queriendo. Hay que abrir los ojos y la mente para conocer a las personas que tienen hábitos y costumbres distintas a uno.

Ya llevo dos meses y medio en la isla, y la sensación que tengo es que vivo un reality. (La introducción de the big brother. Tendré que buscar una canción para este reality) Siempre pienso que hay cámaras en cada una de las habitaciones de la casa. Quizá esta sensación se potencia porque se puede escuchar algunas conversas de nuestros vecinos, los directivos de América Solidaria Haití, y por ende ellos también escuchan nuestras conversas. Mi casa, además, tiene otra peculiaridad, es habitada por personas de cuatro nacionalidades: dos chilenos (Javiera y Gerardo -finalmente llegó  el último integrante de la casa Delmas), una ecuatoriana (Romina), una boliviana (Claudia) y un peruano (quién escribe). Esta característica hace que las dinámicas de la casa sean distintas cada día porque cada uno viene con un background diferente.

En Haití hay cinco casas de América Solidaria. Una casa de directivos, tres casas de voluntari@s en Puerto Príncipe y una casa de voluntari@s en Aquin. A mi parecer cada una de las casas vive su propio reality, con dinámicas propias. Sin embargo, hay momentos en que el reality de las cinco casas se vuelve un mega reality, el de América Solidaria Haití. Por ejemplo, cuando se organizan fiestas o cuando las chiquillas de Aquin vinieron a la casa Delmas 56 para tener sus clases de Kreyol con el MAESTRO Reginal.

Haré una breve descripción de cada una de las casas para que conozcan a grandes rasgos a todos los personajes, no ahondaré en detalles porque no he pedido permiso para mencionarlos en esta entrada. La casa de los directivos está subdividida en dos. Una casa en Delmas 56 y otra casa en Delmas 83. En la primera viven 6 personas: 3 chilenos, 1 haitiana, 1 boliviana y 1 española. En esta casa se realizan parrilladas (asados), las reuniones con todos los voluntarios y se organizan campeonatos de Play Station. Mientras que en la segunda casa vive una pareja de esposos chilenos, ella trabaja en la casa Delmas 56 y él trabaja en Fé y Alegría.

La casa de los voluntarios de Delmas 56, la casa de los escorpiones y de Gerardo (que es Acuario), no ha organizado muchas reuniones, solo dos tonos (fiestas) que tienen muchas historias, algunas dignas de una entrada propia. Además, en los meses en los que estoy, esta casa ha servido para alojar a muchas personas cuando no hay espacio en la casa de los directivos. Nuestros invitados aportan mucha alegría y nuevas historias  a la casa. Esta casa está bien localizada, tenemos cerca 1 supermercado y un restaurante como San Antonio (http://www.pasteleriasanantonio.com/) llamado Epidor. Si bien es cierto, Delmas es una avenida caótica, nuestra casa está en un lugar súper ficho (cuico para los amigos chilenos).

La casa de Techo ubicada en Delmas 75 está habitada por tres voluntarios de América Solidaria. Una peruana, un chileno y una boliviana. Además, allí viven dos haitianos, un uruguayo y una pareja que no recuerdo de que nacionalidad son. Esta casa es la más nueva, tiene menos de un mes y las relaciones de esta casa están entre la otra casa de Techo, ubicada en Delmas 83, las oficinas de Techo, y mi casa. Muchas veces han venido a visitarnos para almorzar o pasar el tiempo juntos acompañados de varias prestige (cerveza haitiana). Por cierto, voten por mí en el concurso de Facebook de Prestige beer (https://www.facebook.com/PrestigeBeer/app_451684954848385)

Háganse fan de Prestige beer y luego dénle a vote para que me den más puntos

La casa de la Plaine, es la segunda casa de voluntarios en Puerto Príncipe. Allí viven siete chilenos, cinco de ellos trabajan en la Klinik (una clínica haitiana) y los otros dos trabajan en un colegio. Esta casa está como a una hora y media de la mía en tap tap. Por lo general, es aquí que se organizan las fiestas, aunque en noviembre, mi casa, le robó el protagonismo porque celebramos nuestros cumpleaños. La zona en la que viven es más campestre y menos caótica que las casas de Delmas. Además, están mucho más en contacto con sus vecinos y alejados de los directivos. Eso, a mi parecer, les da muchas más libertades.

La casa en Aquin es habitada por 3 chilenas, las protagonistas de una entrada anterior (http://cjaureguip.blogspot.com/2012/11/el-finde-mas-bizarro-que-he-tenido-en.html). Ellas están a cuatro horas de Puerto Príncipe en tap tap o a tres horas en camioneta. Esta casa está cerca de la playa y lejos del bullicio capitalino. A mí me encanta esta casa, no solo porque Mwen renmen Aken (Yo amo Aquin), también porque las anfitrionas son muy amorosas. Además, tienen unas camas espectaculares que me hacen sentir que me levanto en Lima.  Ellas al estar alejadas de las otras casas se enteran de lo que pasa en los otros realities cuando reciben visitas o chatean por Facebook. Ellas tienen sus propias dinámicas con las cooperantes, sus amigos cristianos, los cubanos (quienes trabajan en un hospital cubano-venezolano), la vendedora de pan caliente (alias pen cho)  y los haitianos que habitan en sus puertas.

Como mencioné antes, existen dinámicas propias de cada casa, pero el mega reality de América Solidaria se da cuando hay interacción entre las casas. Así que si les gustó la explicación de este reality y quieren enterarse de algunas historias que pasan por aquí, comenten este blog, manden sugerencias de temas que pueda escribir. Ayuden a este humilde servidor a inspirarse y no dejar que las historias mueran por falta de retroalimentación. Es muy importante su feedback para mí.


Los quiero

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Una pequeña gran frustración: mwen pa pale kreyol (yo no hablo creole)


Luego de dos meses y una semana en la isla ya siento la necesidad de hablar creole. No solo porque es importante para mi trabajo y para la vida cotidiana, también para poder comunicarme con las diferentes personas con las que me cruzo en la calle. Por ejemplo, hoy estuve en un colegio y las niñas de la ecole Republique de Chili me molestaban, me decían porque no me quedaba en la escuela para aprender creole. También se burlaban de mí porque hablaba piti piti (poco poco) creole. Yo no podía responderles y tampoco las entendía, tuve que esperar a que Fredy, un compañero de América Solidaria, me tradujera lo que me decían.

Yo con unas haitianas de un campamento

Hasta ahora le había sacado la vuelta al idioma, me comunicaba en inglés o español con los haitianos de mi trabajo, pero desde la semana pasada le prohibieron al personal de GARR que me hablen en otro idioma que no sea creole. Ha sido duro, pero he podido dejarme entender, al menos eso creo. El día de mi cumpleaños logré que una haitiana me ayudara a embarcarme en el tap tap que me llevaría a mi casa porque no tenía idea de dónde cogerlo y nadie me podía dejar en mi hogar. Otro pequeño gran triunfo fue, hace un par de semanas, cuando fui a una maché (mercado) en Aken y compré cosas e incluso pude hacer que me rebajaran el precio de unas verduras.

Por momentos es frustrante no poder hablar el creole de manera fluida. Recuerdo mi primer día en GARR, fue un día súper monse (aburrido) porque no hablé nada, solo revisé archivos de la PC. Miraba a mis compañer@s de trabajo y sonreía, pero no interactuaba con ellos. Sin embargo, desde el segundo día descubrí que con algunos podía hablar en inglés y con otros en español. Fui feliz y podía hablar, comunicarme. Ojo, es muy importante para mí poder relacionarme con las personas, soy comunicador, no puedo estar sin hablar sentado frente a un ordenador, imposible!!!

En algún momento pensé porqué el inglés no era el idioma oficial de las ONG’s, de la gente que trabaja en cooperación. Luego de pensarlo, me golpeé yo mismo por yanquee. No se puede uniformizar el mundo, se perdería lo bonito de la diferencia. Además, que el inglés, a mi parecer, es un idioma frío, en el que los sentimientos no se reflejan. Al menos no como las lenguas romances. Esto puede ser muy contradictorio para las personas con las que vivo o para varios voluntarios que me molestan porque utilizo muchos anglicismos.

Con el look turista y hablando en inglés no disfrutaré a  plenitud esta isla

La contradicción tiene, creo yo, una explicación que se basa en mi experiencia de trabajo en Lima y en mis estudios universitarios. En los trabajos en los que laburé se apreciaba mucho que hablara y escribiera en inglés. Lo mismo me pasaba en la Universidad, si podía leer textos en inglés tenía acceso a más conocimiento. Por lo tanto, siempre había pensado de que me bastaba el inglés para poder comunicarme en cualquier lugar del mundo. Incluso los másters a los que apliqué – en Bélgica y Holanda – me pedían inglés.

Imagino, que por todo este background que menciono, la razón por la que utilizo muchas palabras del inglés. En Haití llegé al extremo porque cuando intento hablar en creole y no conozco una palabra lo primero que se me viene a la mente es la palabra en inglés. Por ello, varias voluntarias me huevean (me molestan) y me pusieron de mote Sharpey. Es un derivado de sharpener (tajador). Utilicé el inglés para ponerme de acuerdo con una compañera chilena para saber si es que hablábamos de la misma cosa.

El idioma se ha vuelto en todo un tema para mí. Lo considero como un nuevo reto para mí, como lo fue lo de lavar ropa a mano. Estoy seguro que con la práctica y con mucho empeño lograré vencer esta barrera idiomática y podré interactuar con mucho más personas.  

martes, 6 de noviembre de 2012

El finde más bizarro que he tenido en Ayití


La semana pasada en Haití era laborable solo hasta el miércoles 31 de octubre, sí, hasta Halloween. Yo me había dejado la barba por dos semanas para disfrazarme de pirata en el Caribe o naufrago y así ir a la fiesta de disfraces organizada por la Minustah chilena, pero en Haití no se puede planificar las cosas, todo es muy cambiante. Al final fui a la casa de al lado por la despedida del gran Alessandro Lodi, Director Ejecutivo de América Solidaria Haití, y comí una parrilla de pollo porque acá la carne es demasiado cara.

Con Javiera, una compañera de mi casa, y las chiquillas que viven en Aquin: Fernanda, Silvana y Dani decidimos ir a la Ille Vache (Isla de la vaca), uno de los lugares turísticos haitianos que conocía desde Lima. Sin embargo, como contaré en las siguientes líneas, este viaje solo se quedó en un intento.  En la parrillada por la despedida de Alessandro, Vanessa, mi compatriota que hizo la formación conmigo en Chile, se decidió a unirse al viaje. El grupo estaba completo, éramos 6 personas listas para disfrutar de un finde lleno de aventuras. Aunque para el final del viaje nos dividimos en dos grupos. El grupo A, los enfermos, y el grupo B los sanos, cada uno con tres integrantes.

Saliendo de Delmas 56
El jueves 1 de noviembre salimos temprano de la casa Delmas 56, mi hogar en Ayití. Desayunamos todos juntos, allí les conté algo que me ocurría y todos me aconsejaron ir al Hospital cubano que está en Aquin para que me hiciera algunas pruebas. Este acontecimiento cambio un poco el plan inicial, ahora llegaríamos a Aquin, almorzaríamos y en lugar de ir de una a la playa, primero haría una parada en el hospital. Tuve mi cita y me dijeron que regresara al día siguiente para unas pruebas. Yo no sabía en ese momento si es que me las podría hacer porque no quería retrasar el viaje hacia la Ille Vache.

Esperando que me atendieran en el hospital cubano de Aquin

Todo el finde estuve a dieta y no pude tomar mi querida Prestige (cerveza haitiana). La noche del 1ero comí arroz con choclo y arvejas, mi almuerzo y cena de ese finde. Sin embargo, las niñas esa noche comieron huevos revueltos, manjar blanco y una prestige. Una de ella, se sintió mal de la guata y no durmió bien, pero no quiso ir al médico conmigo al día siguiente.

Yo andaba nervioso por los análisis, pensaba que me perdería el viaje. Me puse a hablar con unas haitianas en Kreyol para saber en qué turno iba a pasar y luego de que me puse de acuerdo vi algo que acordaré toda mi vida, el nacimiento de un niño en la puerta del hospital. Luego de este mega acontecimiento me hice los análisis y me dijeron que a las 4pm estarían los resultados, pero en ese momento pensaba que me tocaría llamar por teléfono para saber qué tenía porque se suponía que estaría tumbado en alguna playa de la isla de la vaca.

A mi regreso a casa, le volvimos a preguntar a la niña que se sintió mal la noche anterior si quería ir al médico, pero nos dijo que se sentía bien. Entonces, cogimos nuestra carpa y mochilas para ir a Les Cayes, lugar desde donde salen los botes para ir a la Ille Vache. El tap tap que tomamos estaba repleto y nos acomodamos como pudimos. Llegamos a Les Cayes y fuimos a una bodega a comprar agua y unos enlatados para acampar, pero cuando casi habíamos terminado de comprar la chica que estuvo mal la noche anterior se desmayó y comenzó a temblar cual posesa, pero gracias a la rápida reacción de todos se pudo estabilizar pronto.
Rumbo a Les Cayes

Nos asustamos muchísimo durante este episodio de exorcismo, pero supimos que todo estaría bien cuando la posesa nos dijo ¿y por qué no me grabaron? Luego de consultar a una doctora y personal de América Solidaria, decidimos regresarnos a Aquin de una, pero cuando estábamos en el tap tap nos avisaron que una médica y un enfermero de la Minustah uruguaya podrían revisar a nuestra Linda Blair. Bajamos del tap tap y  esperamos al personal médico. Luego de un chequeo general se ofrecieron a llevarnos a Aquin.

Una vez en el pueblo acompañé a Linda Blair con otra de las muchachas al hospital para que una médica cubana la revisara otra vez. Le repitieron el diagnóstico, no era nada grave, solo tiene que seguir una dieta, esas convulsiones fueron un episodio aislado. En ese rato aproveché en recoger los resultados de mis análisis, yo esperaba que me dijeran que tenía hemorroides, pero los análisis indicaron que tengo una ameba. Este microorganismo es más celoso que una novia, no me deja tomar prestige y me pone a dieta hehehehe. Esa tarde la pasamos escuchando las predicciones de Madame Javiera. Debo decir que es muy acertada, aunque a una de las minas le salía que podía quedar embarazada y quedó la broma de ponerle en el bolso gorritos, porque sin gorritos no hay fiesta. Además, la leída de cartas vino con una charla de diferentes temas, aunque la que acaparó la atención aquella tarde-noche fue Vanessa y sus historias acerca de los 23.7.

El viaje a la Ille Vache estaba descartado, fue mi 2do intento y el 4to de Javiera por llegar a esta isla. Yo creo que en el siguiente intento lo lograremos y gritaremos al abordaje!!! Decidimos pasar el sábado comprando en la machè (mercado) de verduras y ropa. Luego del almuerzo nos fuimos a St. George, la playa más cercana de Aquin. Esa tarde comenzó algo accidentada, fuimos solo 4 y ninguno se percató que nos pasamos la playa. Nos bajamos en el siguiente pueblo y nos devolvimos con el rabo entre las piernas. Llegamos alrededor de las 5.30 pm con la marea alta. Conforme avanzaban los minutos la corriente se hacía cada vez más fuerte.

Salí del mar por primera vez a las 6.08pm para preguntarle a Javi porque había salido tan temprano. De ahí salió otra mina. Ellas se quedaron leyéndose las cartas (volvió a salir el hijo en Haití) y yo decidí meterme hasta las 6.30pm. Le di el alcance a Fernanda, nos pusimos a hablar de la vida y no nos dimos cuenta de que la corriente nos había arrastrado mar adentro como a 400 metros. Intentamos regresar, pero yo me puse muy nervioso porque la marea nos arrastraba muy fuerte. Fernanda, una experta nadadora y con los nervios de acero, me empujó por varios minutos. Avanzamos como 200 metros de esa manera hasta que llegaron unos haitianos a la orilla. Eran los baywatch que le decían a nuestras amigas que había mucha corriente y que nos moviéramos hacia la izquierda porque hay más olas.

A Fernanda y a mí nos preguntaron si podíamos salir y yo le dije que no, que prefería que me ayuden. Se metió un haitiano y me empujó los últimos 200 metros. Salí cagado de miedo, pero en ningún momento se me pasó por la mente que me moriría, solo que pasaría un mal rato. Como para distender el momento le pregunté a Javiera si es que estaba bien que le diera 50 gourdas al haitiano que me ayudó. Ella respondió: “si crees que tu vida vale 50gd, dale eso” y yo repliqué: “yo le daría todo lo que tengo, pero como soy un tacaño de mierda  (….)” Todo el mundo se echó a reir. Finalmente, le di 100 gd y nos devolvimos hacia Aquin.

Esa noche decidimos ir a un bar a tomar unas cervezas y celebrar la vida. En mi caso, solo pude tomar agua. Esa noche trajo más de una sorpresa, vimos a Vanessa bailar Kompa con un haitiano y luego paseamos por la plaza de Aquin, donde se ven unos rayos espectaculares. Como a las 11.30 pm decidimos regresar a la casa. Yo me fui a dormir a la medianoche y me desperté con la sensación de que me levantaba de mi cama de Lima. Sin embargo, no todos durmieron tan rico. Javiera fue levantada a las 3am por Vanessa. Ella había sentido la presencia de dos ánimas (esa casa está como para misterios sin resolver). Yo intuyo que Javiera le dijo por qué no llamas a Marcelo (esta es una broma que solo los 6 expedicionarios entenderán), al final todo fue un susto y continuaron durmiendo.

El domingo nos dimos cuenta de que se había acabado el agua, compramos unos baldes de unos haitianos comerciantes. Luego, Javiera, Vanessa y yo nos devolvimos a Puerto Príncipe, dónde se suponía que todo volvería a la normalidad, pero el finde bizarro no acabó en Aquin. Llegamos a la casa y no había luz. Eso no importó para cantarle el happy birthday atrasado a una de mis roomies, aunque otra de las cumpleañeras llegó con un ron y unos vasos de shots y se pusieron a celebrar el cumpleaños. Estas roomies son las que menos toman y bailan en la casa. Sin embargo, aquel domingo fueron las que armaron el tono, la fiesta.

A manera de conclusión, este viaje me ha enseñado que las cosas pasan por algo. Creo que la lección que puedo sacar de este finde lleno de aventuras es que por más que uno crea que se está ahogando (en sus problemas) siempre habrá alguien que te de la mano, te aliente o te empuje esos últimos 200 metros. Solo hay que rodearse de las personas indicadas. GRACIAS a mis compañeras de aventura

Carlos Pinto Sharpey


PS. He dejado varias anécdotas en el tintero, pero espero que mis compañeras de aventura las cuenten. Por ejemplo, quién es Olguita Marina, el siéntate, eso nos pasa por consumistas, entre otras historias