jueves, 13 de diciembre de 2012

Mi primera perrita


Cuando llegué a Puerto Príncipe, el 5 de septiembre de 2012, no pensaba que me convertiría en papá. Sí, padre de una hermosa perrita llamada Alé. Llevaba una semana en Haití y mi roomie chilena, Javiera, me hizo bajar a la primera planta, dónde vive la madame que arrienda nuestra casa.

La escena que vi en ese ambiente fue terrorífica. Miles de animales enjaulados, pavos, gallinas, gallos, etc. Sin embargo, la que estaba peor era una perra llamada Puzy. Ella estaba encadenada, y amarrada a un palo. Lo único que comía era pan frío y agua. Hace una semana nos enteramos que murió, algo que esperábamos por el trato que recibía.

Javiera me contó que la madame había recogido una nueva perra, Sue, la vi y me dio mucha pena y le dije al tiro: “llevémosla a la casa para darle algo de comer”.  Sue se convertiría en Alé. Es su nombre latino-haitiano. La historia de porqué le pusimos así tiene dos versiones. Una es porque Alé es la primera palabra que aprendí en Kreyol, significa ¡vamos! La otra versión dice que ese nombre se lo debe al antiguo Director Ejecutivo de América Solidaria Haití (Ale)sandro Lodi.

Al principio teníamos que secuestrar a Ale, entrar silbando para que nos reconozca, y perseguirla hasta atraparla porque no venía así nomás a nuestra casa. La primera vez que la alimentamos estaban en casa la mamá y la tía de Javiera (Juana y Cecilia respectivamente). Entre los cuatro intentamos darle de comer un poco de leche. Nos costó un mundo hacer que tome algo de leche. Solo el cariño y experiencia de Juana pudo con los miedos de Alé, creo que ella no comprendía porque estos humanos le hacían cariño y le daban de comer.

Juana logró que Alé comiera por primera vez

Pasaron los días, Juana y Cecilia se regresaron a Chile, no sin antes comprarle comida y un collar para Alé. Esos fueron los primeros regalos de nuestra linda perrita. Fue muy complicado darle de comer en un principio. No podía morder, nunca en su vida lo había hecho. Tuvieron que pasar 2 meses antes de que probara sus primeros bocados sólidos. Al principio le dimos atún, y los enlatados que dejaron Juana y Cecilia.

Alé no podía/ sabía morder
Esta experiencia de ser padre es desgastadora. Yo siempre he querido tener hijos, y aún lo quiero, pero pensaba dejarle la carga del cuidado de los niños a una nana, y de pronto el tema de la disciplina a mi futura esposa para solo encargarme de jugar jejejeje. Joder, recuerden que nunca había hecho nada en la vida y que soy un perezoso. Luego de tener a Ale, he visto que el tema del cuidado y disciplina es demasiado grande. Es un aprendizaje que es mejor hacerlo de a dos, definitivamente, esta experiencia me ha marcado y sé que me ayudará en el futuro.

Con Alé aprendí lo complicado que pueden ser matar garrapatas, hacer sopa, lo duro que es ver a tu mascota (hija) enferma. El día que la bañamos por primera vez pensamos que se nos moría. Terminó tumbada en el piso moviendo las dos patas derechas. Ese tic ya lo habíamos notado, pero no le prestamos importancia. Luego de ver esa escena pensé lo peor, ya había pensado dónde enterrarla, vestirme de luto y llorar a mares.

Fucking garrapatas púdranse en el fuego del infierno jejeje

Por suerte, no le pasó nada, sigue vivita y coleando J Sin embargo, los movimientos de las patas derechas nunca desaparecieron. Por el contrario, se intensificaron. Eso nos llevó a hacer una búsqueda de veterinarios en Puerto Príncipe. Conseguimos dos teléfonos, pero aún no hemos llevado a Alé al veterinario porque no tenemos el dinero suficiente para pagar una consulta, análisis y vacunas. Hemos solicitado un dinero extraordinario por mascota, pero nos lo negaron. Lo cual me parece muy injusto porque en otra casa sí recibe un fondo para ello.

La amiga de la mamá de Javiera, Carolina, se apiadó de Alé desde Chile. Vio unas fotos que colgué de la perrita por Facebook y ofreció contactarnos con un veterinario en Chile, nos pidió que le colguemos un video, eso hicimos, y diagnosticaron distemper…. El mundo se nos cayó!!! Yo pensé en lo peor, de nuevo alistaba mi traje de luto y me preparaba para ponerle una inyección letal a mi pobre Alé. Dale, puede que dramatice, pero siempre escuche que esa enfermedad es mortal.

Carolina, el ángel de la guarda de Alé, nos aconsejó darle de tomar sopa, hacerle mucho cariño y que no nos preocupemos porque la perra se ve feliz. Lo cual es cierto, todas las mañanas le doy el desayuno y basta que abra la puerta y me mueve la cola. No deja que le llene su plato de comida por lo alborotada que se pone. Lo mismo pasa en las tarde cuando llegamos a casa, ella sale a nuestro encuentro y le mueve la cola a los 5 habitantes de Delmas 56.

Nuestro último logro, de hace un par de semanas, es que Alé se quede a dormir en nuestra terraza. Le pusimos una toalla y ahora duerme feliz y moviendo la patita. Mi hermano, Pablo, se burla de todo. Vio este video de Alé: http://www.youtube.com/watch?v=h9eSpfO5wUc&feature=share y lo relacionó con una canción de los Pericos: (http://www.youtube.com/watch?v=c_dPQ5Jb4GA&feature=youtu.be) jejeje. pablo, eres un cabrón, pero muy graciosa tu acotación.

No sé qué vaya a pasar con Alé, espero que viva mucho tiempo y que pueda verla mejor. A mí me hace ilusión sacarla a pasear, nunca he paseado a un perro. Quisiera verla feliz y que no tenga miedo de salir a la calle con su correa de paseo que le trajo Javiera de Chile. Espero que ella no relacione la correa a su pasado donde fue torturada. Quiero salir con mi perrita por las “silenciosas” calles de Puerto Príncipe.

Sé que aún me quedan 9 meses en Haití, pero despedirme de Alé será todo un tema, que seguro ya se los contaré.

 Buen finde!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Día internacional del voluntario


El 5 de diciembre se celebra el día internacional del voluntario, y como era de esperarse he recibido los saludos de varias personas. También he saludado a mis valientes compañeros que me acompañaron en el voluntariado de MAGIS Posadita. En mi bandeja de correos encontré mensajes de todo tipo, pero hubo uno que me llegó al corazón. Hablaba del voluntario como un ser humano que tiene altibajos, pero que a pesar de las tristezas y fragilidades, se levanta y es capaz de ayudar a otros.

5 de diciembre. Día internacional del voluntario y mi tercer mes en Haití

Este mensaje me inspiró a hacer honesto conmigo y con ustedes. No creo que haya voluntarios (personas) que sean SUPERMAN. Todos en algún momento sufrimos, tenemos miedo. Por ello, hoy compartiré con ustedes algunos temores que he padecido en Haití. Cómo he mencionado en anteriores entradas, la vida acá no es fácil. Menos aún si estaba acostumbrado a no hacer nada y tenerlo todo sin el mayor esfuerzo, salvo el de sacar la tarjeta de crédito o el efectivo para pagar.

1.       Primer tap tap que tomé solo. Desde que he llegado acá a todo le he dicho sí. Sí a las fiestas, sí a los paseos, sí a las aventuras. Llevaba dos semanas acá y se celebraban las fiestas patrias chilenas (18 de septiembre) y mi compañera de trabajo no se animaba a ir. Entonces, si quería ir de fiesta, tenía que ir solo. Ella me acompañó hasta Kafú aeroport y de allí me fui solo hasta Log Base. Desde que me subí al tap tap hasta que me bajé no paré en mandarle mensajes a Javiera. En mi mente pasaba que me iban a secuestrar (cosa que es posible acá), que todo el mundo me veía, lo cual es cierto porque era el único blank. Solo atiné a rezar una oración que ahora no recuerdo, pero que mi mamá siempre la recita de paporreta cuando está nerviosa. Finalmente llegé a mi destino, me encontré con Javi y celebré mi primera incursión en tap tap bailando una cueca. Si no me equivoco, la cueca se llamaba la consentida.

2.       Bullyng en el bus. Antes de mi primer mes en Haití Cherie tuve mi segundo incidente tenebroso. Me subí al bus para devolverme del trabajo a mi casa y tres haitianos me hicieron bullying. Al parecer, empujé a uno de ellos cuando subí y éste me miro con cara de pocos amigos. Ambos estábamos parados cuál cobradores de coaster, en las escaleras. Cuando de pronto me toma del brazo y me dice ou (blank) hasta las huevas, mwen (negro) bueno. Él y sus otros dos compañeros me comenzaron hablar en Kreyol, yo entendía poquísimo y eso daba más miedo. Me hueveaban, me decían que les pagara el pasaje, que les diera dinero. Todo esto lo supe porque uno de ellos me hablaba en inglés y así pude entender. Sin embargo, el que estaba a mi costado, y creo que empujé, siempre me miraba mal. Yo alucinaba que en cualquier momento me lanzaba del bus, peor aun cuando me preguntó por un precursor de la independencia de Haití y a mí se me ocurrió decir el nombre de un jugador de fútbol francés. Por suerte, yo intentaba hablar en kreyol y una señora lo valoró y me ayudó para que me dejaran de molestar. Sin embargo, fue la media hora más tenaz que he tenido hasta el momento. Recién allí me di cuenta de que haga lo que haga siempre seré un blank y siempre debo tener cuidado porque soy vulnerable.

3.       Tap taps para ir a la casa de los otros voluntarios de América Solidaria. Antes de cumplir los tres meses he aprendido a moverme con tranquilidad por Puerto Príncipe y he logrado viajar a Aken solo. Sin embargo, la primera vez que hice esas cosas me cagué de miedo. En ambos casos me armé de valor para poder celebrar los cumpleaños de otros voluntarios y no quedarme encerrado en casa. Volví a rezar la oración que mi madre recita cuando está nerviosa. Por ejemplo, cuando me iba para Aken pensé más de una vez que me pasaría del camino porque la van en la que me iba se desvió del camino que conocía, paró para que la gente almuerce y para que la gente usara los “baños”. Es más, una haitiana me dijo avísale (hazle recordar) al chofer que me bajaría en Aken. Eso me daba la sensación de que en cualquier momento me pasaría de pueblo. Por suerte, no fue así y llegué a mi destino con el regalo de la cumpleañera intacto.

Hay más historias que podría contar, pero retomaré la idea inicial para cerrar esta entrada. Yo me hice voluntario en Haití para aprender a vivir fuera de la burbuja de comodidades que tenía en Lima y que podría tener en cualquier lugar de América Latina, esa fue mi apuesta y no me he equivocado. Sin embargo, no todo es color de rosa. Vivir en Haiti cherie es complicado, hay momentos en que lo paso fatal, emocionalmente hablando, y que necesito de mis compañeros de casa, de mis amigos de Lima, mi familia o de esas personas especiales que están en España, Argentina o Canadá. Eso me devela que no soy SUPERMAN, ni SPIDERMAN (joder y yo que pensaba que mi kriptonita era el aire acondicionado). Solo soy un simple mortal bonachón, que tiene muchas ganas de ayudar, pero que hasta ahora he recibido más de Haití que lo que yo le he dado a este maravilloso país.
Espero poder contar mis aventuras y desventuras en este lugar maravilloso, pero por ahora solo me queda decir Au revoir.